24 noviembre 2009

Selva alta, Perú







En el Sauce, pueblo a 50 km de Tarapoto, las casas tienen ventanas de rejilla, son de barro y el techo de hoja de palmera que las hace resistir de la lluvia, la gente vive descalza y algunos tienen sus propios cultivos. Al costado de este pueblo se encuentra la laguna azul, lugar donde se encuentra un volcán hundido, que cuando hace erupción destruye parte del ecosistema.

La selva peruana es un lugar que lo tiene todo para el humano: protección, frutas, verduras, plantas medicinales, clima y agua. Sin embargo existen pueblos que bajo las mismas condiciones de toda la modernización contemporánea y son invadidos por el marketing capitalista. Viven bajo la publicidad de compañías celulares y televisión digital cargada de información agresiva, que le dicen a la gente que para ser feliz es necesario vestirse de tal forma, adquirir tal carro o comprar tal crema. La gente vive de forma muy humilde, aquí no hay carros ni motos, calles pavimentadas ni supermercados y un cuartel militar puesto por fujimori mantiene la 'seguridad' del lugar, tema complejo relativo al rmta que de momento desconozco.

En una tarde, conversando con Carlos, habitante de El sauce, me comentaba que venía gente de la sierra a desforestar las débiles tierras de la selva alta, que venían a cultivar café. El paisaje era evidente, donde miraras había un foco de humo. Desforestaban, luego cultivaban café y así la selva iba desapareciendo. Me comentó también acerca de las extrañas temperaturas que hacían en el sauce, noviembre era un mes de lluvia. Pero hacían 20 días que no caía nada de agua y las temperaturas de 29°C se elevaron a 38 y 39 °C.

A Carlos le conté de mi asombro de sus condiciones de vida, pero también de que siguen creyendo, ilusamente, que trabajándole a alguna empresa multinacional de café o de alimentos pueden vivir mejor. El sistema está hecho para que siempre las empresas ganen más y nosotros podamos sobrevivir con lo preciso. La única preocupación de la gente de afuera es que nosotros le compremos todo, sus avisos comerciales, sus celulares, sus programas, sus noticias y que para poder satisfacer estas necesidades creadas le trabajemos la tierra a un costo bajísimo.

Carlos me comentó que no había gente que defendiera la selva, que si habían 100 personas en un pueblo, diez podían ir y reforestar, pero las otras 90 seguirían sus vidas de forma normal y así se hacía demasiado difícil. Me dijo que hacía falta gente que pensara así, que sintiera amor por la naturaleza. a él no le gustaba la ciudad, decía que la gente se alimentaba de plomo, envejecía más rápido y no tenía fuerzas para nada. Él a sus 38 años se colgaba de las sogas que los arboles tiraban, se paseaba de un árbol a otro y hacía la bandera sin problemas.

Perú, al igual que Chile y todo latinoamerica, vive condenada por la conquista española, por las mentiras, las armas, la violencia desmedida y la ignorancia bajo el lema: comprar y consumir para vivir mejor. Todos terminamos comprando la religión, el plomo, la comida chatarra y el odio hacía los paises vecinos.

Mi viaje por El sauce y Lamas a pesar de ser muy turístico, reafirmó mi convicción de que existen los lugares donde personas pueden vivir por siglos, donde no importan los indices economicos, el desempleo, la delincuencia ni el espectáculo. Que se puede vivir en equilibrio con la naturaleza, en comunidades, sin tener que pasar los días pensando en la contaminación, en el abuso, en las deudas o en la infelicidad mediática de la publicidad.

Esta fue parte de mi experiencia, espero reacciones.

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