08 diciembre 2009

Contemporáneo

El tiempo, que va super lineal desde que entramos a este mundo, o desde que tomamos conciencia o desde que nos enseñaron. Se contradice con ciertos elementos de la vida cotidiana. Todos los días hacemos lo mismo, de marzo a diciembre, o de lunes a viernes, o todos los domingos (aunque en ese día lo neguemos todo). También con diferente frecuencia, una vez al mes, a la semana, dos veces al día, o cada quince días. Cualquier actividad periódica de pronto nos puede causar problemas estadísticos o de adaptación con nuestra trascendencia.

Y todo esto va porque las costumbres se cambiaron, porque en algunas ciudades los humanos se han vuelto autómatas, porque algunos días la respiración desaparece, la música parece de consultorio, el atardecer no importa y memorizar conocimiento para volverse una máquina reproductora se torna una obligación.

La frase más repetida que he leído durante el periodo universitario es, "quiero terminar luego", "quiero pronto las vacaciones". Típica, despreciable, mediática y poco favorita. Pero una vez finalizado esto ya no podemos escapar, ya no tenemos tres meses de libertad, ni las mismas facilidades de cometer irregularidades que tanto nos ayudan a nuestra felicidad temporal. Sin embargo a fin de mes, una tarjeta es cargada para satisfacer ciertas necesidades que la televisón ha transmitido, que una empresa ha creado, o que la gente de nuestro alrededor ya ha empezado a satisfacer.

Y otra vez las actividades periodicas. Claro, si de algún modo aprendimos que hay que apagar la alarma, bajar los pies de la cama, buscar la toalla, prender el calefont, poner la toalla en el suelo, regular la ducha, abrir la ventana, volver a la pieza, tomar las llaves y lo necesario, cerrar la puerta, saludar a las personas determinadas, caminar, caminar, caminar caminar, caminar, cumplir con la rutina, comer, cepillar los dientes, seguir con la rutina, abrigarse, despedirse, comprar, abrir la puerta, dejar las cosas en el suelo, sentarse en el computador y abrir facebook. [...] Parece que en esta secuencia hay demasiados segundos comprometidos. Esto parece ser complejo, determinado, estructurado, impuesto y asumido.

La pregunta que rebalsaría el vaso podría ser la siguiente: ¿Cuanto de esto es reutilizable? ¿Que has hecho por la trascendencia?. Siempre hacemos lo mismo, pero nunca terminamos de hacemos lo necesario, siempre hay tareas pendientes y obligaciones que crecen a medida que pasa el tiempo.

Pienso que los sentimientos son decisivos, es muy difícil ir en contra de todas las actividades impuestas como rutinas y costumbres. La sociedad ya no habla de sentimientos, sino de doctrinas mediante la publicidad, el orden y el miedo. Aún así existen las habilidades, las sensaciones y ciertas disciplinas que nos abren la conciencia.

He pensado en el tiempo que pierdo en la cola de un supermercado, en lo incomodo que se ven los ancianos al esperar en las frías mañanas sus pagos afuera de los bancos, en cuantas botellas plásticas he enviado a la basura y en cuantas veces he pensado que he querido a alguien.

Todo parece sumar y seguir sin ser un aporte. Bueno, casi todo. [...] Habilidades, disciplinas, posturas y cuestionamientos me han vuelto un poco más libre, me han ayudado a conservar mi felicidad, mis adicciones, mi odio a la moral, mi amor por el silencio, por las ausencias, por la confianza y por la intensidad.

Creo que están esos momentos ligados a las costumbres donde podemos sentir que todo va bien. Creo que están esas mañanas periódicas donde podemos abrir los ojos y sentir el corazón rojo, o las esperas nerviosas, o los acordes conocidos que crean diferentes tipos de recuerdos de acuerdo al contexto. Y esto, siempre dependerá de los acuerdos, con nosotros mismos, con la sintonía con el entorno y con lo que queramos y soñemos. Deber de todos nosotros es llevar a la realidad esto.

Y aunque estoy a la espera, con sueños, palabras y sentimientos intervenidos, sigo teniendo sensaciones conocidas que de pronto me hacen no cambiar de parecer, que no me hacen caer en creencias conocidas, esto tiene que ver con un mundo que me he inventado, con un mundo al cual me he enfrentado y he decidido que no quiero cambiar.

3 comentarios:

  1. eso es lo mejor de todo, maik. no cambiar, pero sí hacer pequeños cambios para generaciones venideras. de verdad hoy después de lo que vimos (y vivimos) el tiempo me parece algo más respetable que existente. sé que avanzamos y no quiero maniatizarme contando cuánto he perdido dejando pasar esos 18 segundos a veces. fue genial de todas formas compartir esas cuantas horas hoy en la tarde. de eso no me arrepiento: "perder" el tiempo disfrutando con mis amigos.
    te quiero

    ResponderBorrar
  2. A veces alterar aquella realidad de la que disponemos, inventar, recrear.
    El resto es premio propio de ser lo que somos, y ahi cambiamos también.
    Lo importante.
    Lo subliminal.
    Dejar aquellos 18 segundos para preguntarte que tan bueno es lo que has inventado.
    Saludos.

    ResponderBorrar
  3. siempre es bueno saber de ti miguel :)
    haré el intento de dejar de lado todas aquellas intervenciones mentales jaja , cuidate mucho.gracias y disfruta de tus aires porteños

    ResponderBorrar