¿Y es que acaso nos volvimos adultos cuando las cosas que queríamos comenzaron a ser reemplazadas por las que nos tocaba hacer?
Y esto solo lo digo bajo la medida que en algún momento el deseo y los sueños fueron, al menos para mí instancias irracionales, puras y absolutas totalmente autónomas como para llevar cualquier acción e imaginería.
Si, es en el momento en que nos desconectamos con nuestros sueños cuando las cosas comienzan a fallar.
Si nuestro inconsciente emana ideas mágicas, irreverentes, coloridas y sabrosas que vayan de la mano con la cotidianidad, entonces todo estará bien. Sino, bienvenida serán las pastillas, las excusas y los excesos asumidos y los desgastes.
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