30 julio 2011

Torta

Estoy cansado de ver mi vida tras una pantalla, en contra de mi voluntad y de concluir que hago exactamente todo lo que no quiero. Estoy cansado de creer que soy feliz con elementos tan sencillos mientras me hundo en tareas diversas y complejas que son fáciles de realizar para mi intelecto pero que no me asombran, me condicionan, me acostumbran, me inmovilizan, me amargan y me angustian. Estoy cansado de ver los días pasar por al lado mio, de convencerme con el futuro seguro que ni siquiera satisface mi presente. Yo no tengo deudas, no tengo una familia a mi cargo ni obligaciones que me amarguen o me lleven a la convicción de que tengo que ser un asalariado sometido para sentirme orgulloso de estar vivo, de que tengo que ser autoritario y soberbio, de que trabajo para los demás, para mi patria o por otros seres humanos. Estoy cansado de volverme adicto sistemáticamente a los atardeceres concluyendo frases románticas que no puedo compartir. Estoy cansado de las cifras macroeconomicas, de los estado de resultados, de la innovación, del esfuerzo-conclusión, de la responsabilidad, del trabajo, del emprendimiento, de la utilidad, de los horarios de trabajo, de la esperanza que envejece la piel, se escuda en la paciencia y solo reprime los deseos más primitivos, sencillos y trascendentales.

Si ser adulto es ser esto, entonces entiendo porque debemos proyectarnos en otros seres. Sencillamente ya no tenemos nada más que hacer con nosotros mismos y el unico deber es seguir reprimirnos de forma tan íntima, donde de paso negamos todo sólo para demostrarnos incorrompibles y autoritarios.

Si ser adulto es sentir todo de forma más profunda, porque seguimos actuando así? ¿Por qué tengo que seguir actuando así, donde la actitud autoritaria me avergüenza, donde el orgullo no es más que una actitud miserable que enferma debido a todos sus efectos secundarios?

Creo que este invierno va demasiado, pero demasiado frío.

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