Me he dado cuenta porque admiro tanto las dinámicas y ciertas disciplinas.
Además de encantarme,
me dan mucho miedo.
21 marzo 2012
13 marzo 2012
Gloria
Esto puedes leerlo en:
Razones para el fin del mundo
Nos dijeron que teniamos que cambiar, tener reparos y obedecer.
Probablemente, en medio del descubrimiento, podrían habernos dicho que fuimos iguales acorde a la edad adquirida.
Que los miedos poco cambian, que los problemas, las situaciones y las condiciones a pesar de suceder en tiempos ligeramente diferentes siempre tienen una misma base.
Nunca nos hablaron del miedo, pero fue todo lo que permaneció en la determinación de las actitudes que se debían tomar para crecer.
Nunca la valentía se hizo presente, para decirnos que también, frente a la incertidumbre era mucho mejor descubrir que obedecer.
Aprendimos lo mediatico y lo desechamos. De los libros apareció una realidad que pese a los años jamás ha cambiado, que somos todos iguales, que no hay diferencia en el sufrimiento actual, ni en el placer porvenir.
Probablemente, en medio del descubrimiento, podrían habernos dicho que fuimos iguales acorde a la edad adquirida.
Que los miedos poco cambian, que los problemas, las situaciones y las condiciones a pesar de suceder en tiempos ligeramente diferentes siempre tienen una misma base.
Nunca nos hablaron del miedo, pero fue todo lo que permaneció en la determinación de las actitudes que se debían tomar para crecer.
Nunca la valentía se hizo presente, para decirnos que también, frente a la incertidumbre era mucho mejor descubrir que obedecer.
Aprendimos lo mediatico y lo desechamos. De los libros apareció una realidad que pese a los años jamás ha cambiado, que somos todos iguales, que no hay diferencia en el sufrimiento actual, ni en el placer porvenir.
05 marzo 2012
Natural
Fragmento de "Sueños, Recuerdos y Pensamientos" de Jung.
"... Amaba a los animales de sangre caliente porque nos son más cercanos y participan de nuestra ignorancia.
Los amaba porque tienen un alma como nosotros y nosotros los comprendemos, así creía yo, de modo instintivo. Experimentaban, así pensaba yo, como nosotros, alegría y tristeza, amor y odio, hambre y sed, miedo y confianza, todos los componentes esenciales de la existencia, a excepción del lenguaje, de la aguzada consciencia, de la ciencia. Admiraba ciertamente a la ciencia como costumbre, pero veía en ella la posibilidad de un alejamiento y aberración del mundo de Dios, y de una degeneración de la cual los animales no eran capaces.
Los animales eran lo fiel y lo digno de amor, lo invariable y lo digno de confianza, pero desconfiaba siempre de los hombres.
Los insectos no eran «exactamente» animales y los vertebrados de sangre fría formaban un grado intermedio poco apreciable en la escala que lleva a los insectos. Esta categoría de seres eran objeto de observación y colección, curiosidades, como algo extraño y ajeno al hombre, manifestaciones de seres impersonales que tenían mayor afinidad con las plantas que con los animales.
Con el reino de las plantas se inició la presencia de lo terrenal del mundo de Dios como un tipo de comunicación inmediata. Era como si se hubiera contemplado al creador, quien se imaginaba inobservado, por encima de los hombros cuando elaboraba juguetes o piezas decorativas. Frente a este reino, el hombre y los animales «típicos» eran partes de Dios que se habían hecho independientes. Por ello podían vagar libremente y elegir su lugar de vivienda. El mundo de las plantas, por el contrario, se encontraba sujeto para , siempre a su lugar de origen. Tal mundo no sólo expresaba la belleza del mundo de Dios, sino también los pensamientos, sin ninguna intención o divergencia. Los árboles resultaban especialmente misteriosos y me parecían representar el sentido incomprensible de la vida de un modo inmediato. Por ello el bosque era el lugar donde se sentía más de cerca el significado más profundo y la actividad más horrible...."
Link al libro completo: http://homepage.mac.com/eeskenazi/Recuerdos.pdf
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