15 mayo 2007

Ése amor de la adolescencia

Hoy llegué temprano a la Universidad para adentrarme en alguna conversación o medio social que se presentase en el Patio central. Cuando llegué me encontré con amigos, y pude ahondar en su conversación de buena manera, escuchando primero, y pensando todo lo que planteaban y discutían. El caso era el del amor de los papás, de la temprana edad que se habían conocido y de cómo han aguantado tantos años juntos.
Eramos pocos los que conversábamos, podíamos establecer claramente nuestros puntos de vista. Los más destacados eran del estilo "mis papás se conocieron en segundo medio y pololearon cinco años" otros tales como "mi mamá conoció a mi papá en la Universidad, y de ahí que están juntos". Sacábamos las cuentas de cuantos años son los que juntos llevaban, todos bordeaban los veinte años de casados. No es raro. En realidad, lo raro es como se puede relacionar con el presente, nosotros todos de veinte años, cursando nuestro tercer año de Universidad sin tomar conciencia, o el peso real a lo que eso significa, a que estamos armando nuestras vidas con tanta facilidad cómo las emociones toman a nuestra piel. Se escuchaban comentarios que uno a esta edad tenía que carretear no más, y de que resultaba casi ilógico estar llevando una relación por tanto tiempo en esta época (como si fueramos de otro milenio o de otra civilización). Es raro, uno no puede llegar a determinar su posición respecto a esto, a veces la respuesta está en no pensar y analizar mejor factores co-laterales respecto a este tema, como la estabilidad que uno puede mantener en su vida, sus problemas, sus historias; cosas que en realidad no te harán jamás pensar en los resultados del futuro, pero si te ayudarán en el presente. Ésas cosas me cuestan sobrellevar porque casi siempre he llevado mi vida con los ojos en el corazón y a veces tengo que analizar eso (pero bueno no escribo en realidad de cómo estoy ni cómo estoy sintiendo).

Creo si que la edad entre los catorce y dieciocho años es como la edad perfecta para enamorarse y poder llevar una historia, esa edad es tan misteriosa, capaz de hacer desnudar tantas cosas y de dejar tantas huellas.

Sin embargo, no creo que después sea imposible, es más, creo que a los diecinueve uno analiza inconscientemente, desde un principio, todo lo que sucede con la piel; y tiene la misión de llegar a algo que te lleve a avanzar. Eso es primordial, porque a los veinte la vida se presenta como en otra estación, donde no se trata de que haga más frio o calor, se trata de que la vida ahora se hace un poco más concreta.

De uno depende, tanto de las emociones como de lo que aún la madurez no haya analizado, que el camino sea bueno o malo, sea inestable o frío.

Y esto como que obviamente no tiene un formato ni una forma a seguir, que sea inestable o frío son tan solo palabras interpretativas que mis ánimos logran captar de todo lo que he podido concluir con estos días. Es tan simple como una imagen pero con tanto trasfondo como uno lo sienta o lo perciba, porque en realidad los ojos no hacen nada en comparación con el análisis que uno logra capturar de una oración.

En realidad, la mayoría de las veces las respuestas están en la ausencia de los hechos.

2 comentarios:

  1. No se cual es la mejor edad para enamorarse.
    Mis padres no están casados y han tenido dos alejamientos medios grandes.
    Personalmente..quisiera no dejar de tener esta sensibilidad frente a lo que es cada dia..cada persona y lo que veo.
    No quiero crecer, me da miedo perder "cierto" estado.
    Que estés bien!
    y...no te rindas!

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  2. "Personalmente..quisiera no dejar de tener esta sensibilidad frente a lo que es cada dia..cada persona y lo que veo."

    Será el miedo el que nos hace perder de todas formas ese "cierto" estado.
    o que nos hace cambiar.. es inevitable?. los errores son muy raros, incluso son capaces de hacer comprender cosas tan confusas.
    muchas gracias por pasar, =)

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