07 diciembre 2008

Extracto de Albert Hofmann

Este es un extracto de una entrevista realizada a Albert Hofmann por Josep Mª Fericgla. Esta entrevista también salió en la Revista Cañamo, Especial LSD.

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J.Mª F.: Hay químicos que defienden que los seres humanos no somos más que un complejo saco de química. ¿También tu piensas eso?

A.H.: ¡¡No, no!! Lo es nuestro cuerpo. Eso sí es química, por supuesto. Todos contenemos los mismos elementos: carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno... por eso somos parte del Universo material. Somos una parte individual de ese Universo material, y como seres conscientes somos una parte individual de la Consciencia Universal. Esa es mi manera de verlo. Todo en el universo tiene una parte material y otra espiritual, ¡todo! El Universo espiritual no podría existir sin el material y al revés.

J.Mª F.: Eso es algo defendido por casi todas las religiones, pero el problema no es la dualidad sino cómo o dónde se halla la conjunción entre espíritu y materia.

A.H.: Tienes razón. Puedo mostrarte exactamente donde está: en los centros del cerebro. Por ejemplo, fíjate en las experiencias visuales ¿qué son? ¿cómo podemos ver algo? Para ello debe haber algo fuera, un objeto. Pero entonces sólo podemos verlo si hay luz. La luz es energía, ondas electromagnéticas que penetran en nuestro ojo. Luego, estas ondas producen una imagen nerviosa en el ojo y desde ahí el nervio óptico las envía a los centros del cerebro. Toda esta geografía del cerebro la conocemos perfectamente. Pero entonces pasa algo: a partir de este suceso energético, es decir material, se produce la visión, y la visión es algo espiritual, no es material. De esto no se puede explicar nada más. Ver es ver y no es material. No podríamos ver sin la materia, sin la energía, pero esta energía no produciría ninguna imagen sin el mundo espiritual. Ver es algo absolutamente espiritual. Las ciencias naturales no pueden dar ninguna explicación a ello. Siempre tenemos un impulso exterior, quizás químico si comemos algo, y esta química en mi interior produce un impulso que llega hasta el cerebro, y mi mente dice:

"dulce, dulce...". Así, toda esta conexión entre el mundo material y el espiritual sucede en nuestro cerebro, en los centros del cerebro. Hasta ahí podemos reseguir las ondas energéticas que vienen del exterior... pero ahí empieza el mundo espiritual porque, por ejemplo, el sonido no existe en el exterior, allí sólo existen vibraciones de aire, el sonido tal y como lo percibimos es espiritual, lo mismo con los sabores y las imágenes.

J.Mª F.: Estos argumentos los he leído en tu último libro Mundo interior mundo exterior, pero me gustaría saber tu opinión más allá de esto. Este límite entre lo material y lo espiritual ¿cómo lo concibes traducido al fenómeno vida-muerte?

A.H.: ¡Me gusta esta pregunta, es interesante! Ambos, el mundo material y el espiritual, provienen del mismo origen. La materia es básicamente caos, entonces llega una fuerza espiritual que, por así decir, produce una química muy inteligente y organiza los elementos materiales para formar todos los organismos vivos. En el mismo principio hay una chispa de vida que no podemos explicar, que se sitúa en la semilla, en la célula fertilizada. Es como una célula de la Consciencia Universal. Existe algo misterioso: la consciencia.

Es ella la que construye un ser vivo a partir de materia muerta. Es la fuerza de la vida, la misma que crea una planta, una flor o un ser humano... todo. Cuando morimos este elemento de consciencia desaparece. Ya no podemos ver, ni oír... todas estas funciones que están dirigidas por la fuerza vital ya no se dan. Nuestro cuerpo vuelve a la forma desde la que se originó —agua, carbono...—, vuelve a la Consciencia Universal. Deja de ser una parte individualizada de esta Consciencia Universal y se convierte en parte del mundo material universal, los elementos. Es evidente para las ciencias naturales que aunque no podamos explicar por qué pasan estas cosas, si no hay energía, si no está presente esta fuerza creadora que origina las plantas y los seres superiores, todo vuelve a los elementos base, al caos. A esta fuerza creadora podemos llamarla Dios o Espíritu creador, o como se quiera, se trata de una fuerza mística que utiliza el mundo material para manifestar su espiritualidad. Me atrevería a decir que el mundo material es la representación, como la imagen, del mundo espiritual.

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