05 abril 2010

Soñar y despertar en otro sueño

El primer pestañeo es inconsciente, lento y a veces perezoso. Cargado de imágenes, intensidad, sonidos y recuerdos. La memoria y el cuerpo guardan con agrado las aventuras vividas durante la noche. Mis primeros segundos son siempre de agrado, mis primeros segundos a veces son de querer estar en otro lugar y que esa persona, la imaginada esté sonriendo con tantas ganas como yo. Esta claro que a esa hora no articulo ningun movimiento, todos los músculos están concentrados en mi memoria y en que pronto se estirarán. Esta claro que a esa hora el contraste del frío exterior y el agrado de las sabanas me vuelven adicto a mi colchón y al placer que pueda experimentar mi piel.

Tengo frío, hoy cambiaron la hora y esta baja temperatura me desconcentra para escribir, me quita un poco la paciencia y no puedo hilar fluidamente las palabras.

En las mañanas, mi trabajo comienza a eso de las nueve, me levanto, me ducho y bajo por almirante montt. Mi recorrido varía según los gatos, la vista por templeman o las incontrolables ganas de variar el paisaje.

A veces camino como turista,
a veces camino como un autómata que va atrasado a la oficina,
a veces como un hippie disfrazado que en su vida ha trabajado
a veces camino aislado de todos escuchando Lamb o que se yo.
a veces camino escuchando a todos y viendo lo enfermo que va el mundo.

Hoy salí de noche, y fue mi primer día. Si, mi primer día de darme cuenta que la vida cambia más que la chucha,
y esto no lo digo con rabia ni como lamento. El sistema laboral es una mierda. Yo no me quejo, porque he podido mantenerme bien estos meses, y podría seguir trabajando hasta los 60 y nunca me va a faltar nada. La mierda es la sensación que te queda de pasar un Jueves a las cuatro de la tarde en avenida perú comiendote una manzana y mirando la marea baja de la primera semana de abril a estar cinco días a la semana entrando a primera hora por la mañana y saliendo de noche a 'descansar' para rendir al otro día.

No estoy invocando lamentos, pero esta sensación nunca dejará de ser curiosa, ni pasará desapercibida.

Todos los días al mismo escritorio, las mismas caras, el mismo viaje, la misma rutina de comer, pagar, rendir, explicar, felicitar, recibir felicitaciones, sueldos, bonos y excusas.

El cambio es totalmente miserable, pero es "normal" en la medida que todos los aceptamos.

Me siento en anibal pinto y veo a algunos muy despreocupados, con apariencia visual extravagante y cara de "mi papá me mantiene". De pronto percibo y pienso que esa persona en un lapso de tiempo determinado, y desconocido, se transformará en un civil uniformado más, en un asalariado del sector publico o privado, con el pelo corto, responsabilidades y tal vez un poco de sobrepeso.

Está bien, no todos son así y conozco percepciones diferentes, de hecho yo soy una de ellas. No uso corbata, no tengo que cumplir con cierto peinado para mi trabajo y tengo todos los feriados libres, así como también los sábados y los domingos. Tengo recién 23 años y no sufro para llegar a fin de mes, mucho menos para mantener algo de comida en mi despensa. No soy la gran maravilla tampoco, porque a partir de hoy, salgo del trabajo y sólo volverá a ser de día cuando vaya camino a mi trabajo nuevamente.

Aún así, de lunes a viernes, no disfruto del día y dudo que pueda ver un atardecer en la avenida perú como me era de costumbre, en especial en invierno.

Es extraño este mundo de los adultos. Pasan los días y creo que casi nadie se fija en la posición de sus rodillas, en la intensidad de su respiración ni en como están posicionados los homoplatos en la espalda.

Que fácil es comprender porqué todos envejecemos, nos vamos cansando más rápido y vamos dejando las prácticas más esenciales (o románticas para los más cientificos).

Que fácil es comprender la formación de las líneas del rostro y la felicidad mediocre asumida. El cansancio repentino.

Es que hay cosas importantes que atender, la profesión, las pruebas, el contacto con el cliente, la rendición de cuentas, que no nos caguen con el sueldo de fin de mes, las horas extras, que no nos pase nada en la calle, en la casa y que tampoco nos falte comida.

¿Donde chucha está Dios acá?. ¿En la fuerza que les da día a día? ¿Porque chucha esa fuerza que es tan real y magnifica no la han usado para cambiar su mierda de vida?

[...]

Hoy es mi primer día que salgo de noche, y me ha dado para pensar muchísimo, incluso hasta que punto es viable el respetar la decisión de un adulto.

Cuando crecemos, supuestamente nos volvemos conscientes. Yo no veo mucho de eso por acá.

Ser adulto es algo extraño.

Ser adolescente es vivir con muchísimo tiempo para crear, creer y disfrutar de todo el espectro de sensaciones que pueden manifestarse en este planeta.

Es extraño esto. Entrar a las nueve del día y salir de noche.

Si, es extraño.

No estoy lamentándome. No soy una persona infeliz ni con grandes necesidades. Al contrario, tengo muchísimas oportunidades, que claro, se dan gracias a este miserable sistema en el que unos pocos somos acomodados, el gran resto se pudre o no cacha nada, y los otros más jóvenes se preparan para intentar destruir la incertidumbre, y de paso el ocio.

Una vez leí en una revista que a los 30 dejamos de ser hueones.
Yo tengo 23 y estoy cachando que la vida es terrible cuatica.

2 comentarios:

  1. Recibir excusas.
    Y yo hablando de antologías, tu has dado hincapié en ti mismo.
    Será invierno pronto. Soy de las que piensa que la felicidad es mediocre de todas formas.
    Te explota la política romanticista y pseudo religiosa.
    Destuir la incertidumbre, interesante. Al parecer dices que eres un viejo inmaduro.
    Un orgasmo, salud-os.
    Cambio y fuera.

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