04 octubre 2010

Punto de Partida

No sirvo para nada,
no me caracteriza la perseverancia.
No me familiarizo con la escala de grises.
A ratos camino por las murallas
A ratos me siento en el tejado.

No sirvo para nada,
Para vivir quizás, un poco.
Para morir quizás, también.
Me ilusiono con las palabras.
Confío en las miradas
Y siempre,
olvido todo en el punto de partida.

Sueño demasiado.
Pero ¿de qué sirve mirar el escenario,
sino podemos permanecer en su ahogo exquisito?

A veces, me separo indiscriminadamente de mis ritmos,
de mi vida, de mi muerte y de mis esquemas.
Y vuelvo a olvidar todo en el punto de partida.
A veces, en las noches vuelvo como el sencillo amargo.

De día entusiasta, sonriente, fortuito y dispuesto.
De noche agotado, perdido, equivocado y malcriado.
Llevo un par de años olvidándolo todo.
A veces me canso de amanecer,
a veces me encanto del cotidiano.
Siempre termino volviendo.

No sé cuál es el afán de echar en una bolsa cada mirada,
cada beso incorrecto, cada puta lágrima y cada maldito arrepentimiento
para luego analizarlo, masticarlo, vomitarlo, verlo y,
queramos o no, despreciarlo.

Tal vez, si supiera de ese afán,
de la perseverancia y de los desprecios
sabría cómo vivir un poco.

Mientras, sigo olvidando todo en el punto de partida.

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