Los inicios, casi siempre se empapan con las expectativas.
Si el tiempo pasa más lento e incomodo por una vereda, entonces el futuro y las imágenes desde el otro extremo serán completamente nefastas.
Los finales, casi siempre se vuelven amargos por el cansancio, la deshidratación y la falta de sincronía.
Si vamos a ser directos y francos, seamos en el inicio y en el final, para así evitarnos dolores de cabeza y mareos varios.
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