Con nuestro ego actual vivimos creyendo que el mundo esta detenido, a nuestra merced y voluntad. Siendo nosotros los que nos movemos, convergemos y asociamos. El instante de "la vida" se aprovecha como un acto desesperado para poder construir mientras nuestra ansiedad e inteligencia no nos deje en pánico frente a la natural inmensidad en la que nos encontramos tanto en nuestras ideas, como en el exterior.
Todo ocurre justamente al revés, somos nosotros quienes, cada vez más detenidos y disociados nos volvemos vulnerables frente a un mundo que inevitablemente nunca dejará de moverse.
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