31 enero 2009
anarquía en mis articulaciones.
Esto puedes leerlo en:
Emociones (viento fuego)
Hoy a las veinte horas, mis manos, en conjunto con mis articulaciones y lo que va de los codos en adelante, hasta el precipicio por el cual viven las uñas constantemente en la realidad cotidiana, se han puesto de acuerdo con parte de mi mente. Mientras mis revolucionadas manos dibujaban, mi mente adormecía, mientras le comentaba acerca de fútbol a mi razón, para que de alguna forma estuviese entretenida-distraída, mientras mis oídos escuchaban Manuel García.
Nunca comprendí por qué te decía que te quería guardar en mi memoria, la mayoría del tiempo del tiempo digo cosas porque extraños ánimos controlan mis palabras.
Esto no fue hecho con esfuerzo, ni algo premeditado, fue una revolución. Al igual que todo lo que acabo de escribir.
Te llevo acá, y eso es bastante entretenido.
30 enero 2009
Caos verbal
Esto puedes leerlo en:
Emociones (viento fuego)
En los sueños puedo recordar detalles físicos, geográficos, saber qué hora es, hacia donde voy o de donde vengo. Puedo saber como me siento, cuales son mis malestares y lo que me ha motivado a hacer algo. Sin embargo, no logro saber mis deseos, mis miedos o mis frustraciones de manera caprichosamente anticipada. Incluso puedo verme en tercera persona, logrando captar sentimiento de ausencia y vida al mismo tiempo tan exquisito.
Cuando despierto todo es un caos, sufro por añadidura si es que estoy aburrido y mis caprichos se cuelgan a mis pies como si estuvieran pasando por el peor de los sufrimientos, queriendo solo vivir. Por si fuera poco, me adentro de la peor forma, sin siquiera poder tener noción de lo que es vivir en tercera persona, aunque sea un poco.
Cuando estoy despierto siento en segundos, minutos y horas, con roce, con viento y con tormentas.
Mientras duermo, las cosas fluyen y mirar la hora es como mirar comer arroz, o tomar un vaso de agua. A diferencia de lo anterior, volar es lo que hace que mis sueños avancen, tengan un hilo conductor, aunque no siempre sea este hecho el que marque todo acto onírico. A veces lloro, otras veces escapo, otras veces busco y encuentro, o simplemente hablo. Y todas esas, trascendentales acciones no viven con el roce de mi realidad cotidiana.
Aunque comprenda esas dos esferas emocionales, sigo sin entender la vida útil de los "te quiero", esa palabra se me hace más un verbo que alude a una posición que a una emoción incomprensible-bella-útil-trasendental. Quiero chocolates, una hamburguesa de soya, agua o una naranja, pero decirle te quiero a alguien, no sé. Me imagino amarrandola a una cadena y llevarmela por donde se me plasca. Es una terrible contradicción. Más encima amar, alude a un dueño y lo primero que pienso es "Qué Mierda!". Aún así, sigo sintiendo una tremenda contradicción, porque soy yo quien necesita, quien, desde algún punto de vista, depende, pero no quien quiere hacer depender, ni mucho menos ser propiedad de algo. Inventaré algo menos mediocre para decir Te amo.
Cuando despierto todo es un caos, sufro por añadidura si es que estoy aburrido y mis caprichos se cuelgan a mis pies como si estuvieran pasando por el peor de los sufrimientos, queriendo solo vivir. Por si fuera poco, me adentro de la peor forma, sin siquiera poder tener noción de lo que es vivir en tercera persona, aunque sea un poco.
Cuando estoy despierto siento en segundos, minutos y horas, con roce, con viento y con tormentas.
Mientras duermo, las cosas fluyen y mirar la hora es como mirar comer arroz, o tomar un vaso de agua. A diferencia de lo anterior, volar es lo que hace que mis sueños avancen, tengan un hilo conductor, aunque no siempre sea este hecho el que marque todo acto onírico. A veces lloro, otras veces escapo, otras veces busco y encuentro, o simplemente hablo. Y todas esas, trascendentales acciones no viven con el roce de mi realidad cotidiana.
Aunque comprenda esas dos esferas emocionales, sigo sin entender la vida útil de los "te quiero", esa palabra se me hace más un verbo que alude a una posición que a una emoción incomprensible-bella-útil-trasendental. Quiero chocolates, una hamburguesa de soya, agua o una naranja, pero decirle te quiero a alguien, no sé. Me imagino amarrandola a una cadena y llevarmela por donde se me plasca. Es una terrible contradicción. Más encima amar, alude a un dueño y lo primero que pienso es "Qué Mierda!". Aún así, sigo sintiendo una tremenda contradicción, porque soy yo quien necesita, quien, desde algún punto de vista, depende, pero no quien quiere hacer depender, ni mucho menos ser propiedad de algo. Inventaré algo menos mediocre para decir Te amo.
19 enero 2009
miedo, esa enfermedad del alma.
Esto puedes leerlo en:
Emociones (viento fuego),
Razones para el fin del mundo
El miedo viene desde tiempos remotos, cuando los cristianos se acabronaron con los libros, comenzaron a educar su imperio y nos cargaron su cruz y con un jesus lamentado. Pero siendo optimista dejemos en que desde que nos bautizaron. Da lo mismo. Porque crecemos con una mamá, un papá o un tio que siempre nos dice, no comas eso, no hagas esto otro, es peligroso. Hoy me senté en una banca de la avenida perú (la misma de siempre) a tocar Didjeridoo. Y como es verano pasaron muchos niños, siempre acompañados con sus padres. Donde todos, pero todos al pasar por el mismo lugar, les decían y les repetían "Cuidado, no te vayas a caer, es peligroso", calcado.
Otro más imaginativo, le dijo a su hijo de cinco años aparente: Mira esa roca, tocala, eso. ¿Cierto que es dura? Imagínate que te caigas ahi, y te pegues en la cabeza. Que terrible el pensamiento de ese ser humano, yo me imaginé al pobre niño callendo desde el cielo y partiéndose la cabeza justo en el pico de esa roca, la cual señaló el padre y el niño tocó. Y eso que mi imaginación es limitada debido a mi edad y facebook y toda la tele. Me imagino que hubiese pensado el pobre niñito. Probablemente se le hayan pasado todas las ganas de caminar por las playas del mundo.
Una cosa es enseñar y la otra es crearle miedos a los niños y no quiero hablar ni de ética ni de moral explicitamente, porque me moriría de aburrimiento.
Ayer vi Apocalypto por tercera vez, y le puse más atención a ciertos elementos, que según mi parecer, son bastante interesantes. Uno de ellos es el miedo. Probablemente si en esta ciudad la gente viviera sin miedo, la población sería mucho menor. No me refiero a que todos los cobardes se morirían de un ataque cardíaco cuando dios realizara el llamado con su teléfono rojo (que probablemente sea Claro, porque don francisco ya se lo cagó con un plan). Sino que habrían personas que sufrirían más accidentes, otras que se enfermarían y morirían de felicidad, de risa, de ebriedad o que simplemente se desdoblaron y se quedaron carreteando con los elementales del jardín botánico (porque claro estamos hablando de como sería en viña del mar, aunque mel gibson no sepa de esta analogía que hago). Probablemente la valentía adherida al comportamiento humano no permitiría que existiese ley, desarrollando una sociedad o mejor dicho una comunidad sustentable. Los problemas probablemente existan, es claro, y con ellos algunas personas hayan muerto, en una pelea, o algún conflicto similar.
Probablemente todos los niños que hubiesen pasado por esas rocas y por muchos otros caminos, hubiesen corrido con suertes diversas. Y cuando pensé en eso, concluí que serían los más hábiles los que sobrevirían. Claro, si consideramos en una sociedad sin miedo, donde difícilmente existiría la tele. ya que sin él miedo, seguiríamos en constante contacto con la naturaleza y no necesitariamos de esa cajita maldita. Ni tampoco paseitos mamones por una playa que fue invadida de rocas.
El miedo nos ha cambiado los estados de ánimos, facilitado decisiones incorrectas, caminos aburridos, crueldades y hasta alejarnos de nuestra verdadera felicidad. El miedo solo nos ha hecho perdurar en el tiempo de una forma, muchas veces idiota. Y eso, yo creo, es más terrible que todo lo anterior.
Probablemente si no estuviera con la ropa que tengo ahora y no durmiera en una cama sintética como en la que duermo ahora y no viviera encerrado, separado y alejado del resto de los seres humanos que son mis vecinos. Habría muerto de frío, de hambre, en una pelea por conseguir alimento o ahogado intentando pescar. O probablemente sería una persona completamente distinta a lo que ahora soy, y compartiría mi felicidad, mi forma de vivir en un lugar donde podríamos perdurar en el tiempo, porque no habría temor el que nos llevara a construir grandes habitaciones estériles de arena y ripio para "vivir mejor".
De cualquier manera, creo que tengo que ser feliz de algún u otro modo.
Otro más imaginativo, le dijo a su hijo de cinco años aparente: Mira esa roca, tocala, eso. ¿Cierto que es dura? Imagínate que te caigas ahi, y te pegues en la cabeza. Que terrible el pensamiento de ese ser humano, yo me imaginé al pobre niño callendo desde el cielo y partiéndose la cabeza justo en el pico de esa roca, la cual señaló el padre y el niño tocó. Y eso que mi imaginación es limitada debido a mi edad y facebook y toda la tele. Me imagino que hubiese pensado el pobre niñito. Probablemente se le hayan pasado todas las ganas de caminar por las playas del mundo.
Una cosa es enseñar y la otra es crearle miedos a los niños y no quiero hablar ni de ética ni de moral explicitamente, porque me moriría de aburrimiento.
Ayer vi Apocalypto por tercera vez, y le puse más atención a ciertos elementos, que según mi parecer, son bastante interesantes. Uno de ellos es el miedo. Probablemente si en esta ciudad la gente viviera sin miedo, la población sería mucho menor. No me refiero a que todos los cobardes se morirían de un ataque cardíaco cuando dios realizara el llamado con su teléfono rojo (que probablemente sea Claro, porque don francisco ya se lo cagó con un plan). Sino que habrían personas que sufrirían más accidentes, otras que se enfermarían y morirían de felicidad, de risa, de ebriedad o que simplemente se desdoblaron y se quedaron carreteando con los elementales del jardín botánico (porque claro estamos hablando de como sería en viña del mar, aunque mel gibson no sepa de esta analogía que hago). Probablemente la valentía adherida al comportamiento humano no permitiría que existiese ley, desarrollando una sociedad o mejor dicho una comunidad sustentable. Los problemas probablemente existan, es claro, y con ellos algunas personas hayan muerto, en una pelea, o algún conflicto similar.
Probablemente todos los niños que hubiesen pasado por esas rocas y por muchos otros caminos, hubiesen corrido con suertes diversas. Y cuando pensé en eso, concluí que serían los más hábiles los que sobrevirían. Claro, si consideramos en una sociedad sin miedo, donde difícilmente existiría la tele. ya que sin él miedo, seguiríamos en constante contacto con la naturaleza y no necesitariamos de esa cajita maldita. Ni tampoco paseitos mamones por una playa que fue invadida de rocas.
El miedo nos ha cambiado los estados de ánimos, facilitado decisiones incorrectas, caminos aburridos, crueldades y hasta alejarnos de nuestra verdadera felicidad. El miedo solo nos ha hecho perdurar en el tiempo de una forma, muchas veces idiota. Y eso, yo creo, es más terrible que todo lo anterior.
Probablemente si no estuviera con la ropa que tengo ahora y no durmiera en una cama sintética como en la que duermo ahora y no viviera encerrado, separado y alejado del resto de los seres humanos que son mis vecinos. Habría muerto de frío, de hambre, en una pelea por conseguir alimento o ahogado intentando pescar. O probablemente sería una persona completamente distinta a lo que ahora soy, y compartiría mi felicidad, mi forma de vivir en un lugar donde podríamos perdurar en el tiempo, porque no habría temor el que nos llevara a construir grandes habitaciones estériles de arena y ripio para "vivir mejor".
De cualquier manera, creo que tengo que ser feliz de algún u otro modo.
18 enero 2009
agra{n}dar
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Emociones (viento fuego)
Me agra{n}da soñar escenas-situaciones-instancias con solo un poco de imaginación. Me agra{n}da aun más, que esos sueños afecten mis estados de ánimos.
Me desagra{n}da hablar de los ciclos de 'la vida' cuando estoy dentro de ellos; Me desagra{n}da olvidar las cosas y recordarlas en los momentos menos adecuados, cuando voy en la micro, caminando o mirando el techo, las nubes o simplemente las estrellas, también lo invisible;
Me agra{n}dan los árboles, las montañas y los animales tanto como me desagra{n}dan las religiones imperialistas, los fanáticos religiosos y aquellos que no toman café por considerarlo una adicción. A mi no me agra{n}da el café, pero no es porque Jesus se vaya a enojar o porque Dios no me alquilará una habitación en el Cielo.
Me desagra{n}dan los funerales católicos, los católicos y las iglesias. Me agra{n}da los rituales al sol y a la luna, los sabbats y los esbats.
Me desagra{n}da las duchas con poca presión, y aun más que el agua fría no pueda equilibrar el agua caliente solo hasta dejar en silencio el calefont, odio la palabra calefont, las expresiones en inglés como "Wow" y las palabras en inglés como "Ok" y muchas otras que no quiero acordarme ahora, porque no quiero enojarme.
Me desagra{n}dan las personas que abusan de los conceptos para referirse a la vida misma, pasando a llevar la vida misma, la cual fue la creadora de dichos conceptos.
Me agra{n}da escuchar a alguien hablando lento, con el tono preciso, que me haga sentir, que esas palabras salen completas.
A veces odio ser diferente a los demás, pero me sería imposible ser igual a ellos. Podría encontrar miles de razones para ser infeliz, pero hay unas que están mucho más próximas que, para mis caprichos negativos, no me provocan tal sentimiento, sino otros menos importantes como, incomodidad, ideas mal pensadas y resultados malos. Me agra{n}da tener que preocuparme por ellas, y que mis caprichos negativos, que en alguna parte de mi cuerpo están, se queden en silencio, porque después todo, en la noche mientras sueño, todos volamos.
Me encanta no usar la palabra "me encanta", porque se acerca tanto a los "siempre" y los "nunca" que prefiero desarrollar palabras y estados de ánimos temporales que... puede que por casualidad se parezcan a los de hace unas horas atrás, para simular una estabilidad aparente en mi. Yo no me fijo, ni tampoco me fijaría en como tengo que estar, me fijo más en lo que quiero y me puede hacer falta que en lo que me haría bien.
Si estuviera dentro de una esfera, preferiría mirar hacia dentro que hacia afuera, y si termino de conocer todo lo de adentro y si la hago parte de mi, entonces emprenderíamos un viaje juntos. Esto no ocurriría "siempre", estoy seguro que tampoco "nunca" y si ocurre no sé si "me encantaría", pero es algo que imaginé recién.
Las cosas que odio, las olvido con facilidad, para no perder mi capacidad de reacción, no me gustaría tener un almacén de cosas que no me agra{n}da, prefiero seguir reaccionando al instante al igual que el primer momento en que descubrí que algo no me gustaba. Mi memoria trabaja de manera extraña y no pretendo entenderla. Es tan compleja como los reguladores de ducha. Y ahora mismo voy por una, a ver si no me sale fría o muy caliente.
Nunca, pero nunca cuando he estado solo, me he dicho a mi mismo si me siento feliz o no, si he disfrutado algo o no. Sin embargo vivo constantemente simulando ser feliz, porque intento no hacer trascendente lo que necesito sino de fijarme en como estoy. Aunque tampoco sé si ser feliz consiste en hacer-algo-trascendente o fijarse-en-lo que-uno-es. Sé que compartiéndola puedo lograr muchas sonrisas y hasta silencios perfectos. ¿Qué mejor que eso?.
Me agra{n}dan los abrazos, y también las miradas, acompañadas de buenas palabras, aunque voy intercalando eso, primero escucho y luego miro. Con casi-todas las personas hago eso, de forma inconsciente. Sino, terminaría enamorado de todas las personas.
Que loca la {n}, me carga crecer, prefiero fluir.
La 'n', viene después que la 'm', como mi nombre, que es también la letra inicial de la palabra de la palabra 'muerte' y la de mi nombre, por supuesto.
Me desagra{n}da hablar de los ciclos de 'la vida' cuando estoy dentro de ellos; Me desagra{n}da olvidar las cosas y recordarlas en los momentos menos adecuados, cuando voy en la micro, caminando o mirando el techo, las nubes o simplemente las estrellas, también lo invisible;
Me agra{n}dan los árboles, las montañas y los animales tanto como me desagra{n}dan las religiones imperialistas, los fanáticos religiosos y aquellos que no toman café por considerarlo una adicción. A mi no me agra{n}da el café, pero no es porque Jesus se vaya a enojar o porque Dios no me alquilará una habitación en el Cielo.
Me desagra{n}dan los funerales católicos, los católicos y las iglesias. Me agra{n}da los rituales al sol y a la luna, los sabbats y los esbats.
Me desagra{n}da las duchas con poca presión, y aun más que el agua fría no pueda equilibrar el agua caliente solo hasta dejar en silencio el calefont, odio la palabra calefont, las expresiones en inglés como "Wow" y las palabras en inglés como "Ok" y muchas otras que no quiero acordarme ahora, porque no quiero enojarme.
Me desagra{n}dan las personas que abusan de los conceptos para referirse a la vida misma, pasando a llevar la vida misma, la cual fue la creadora de dichos conceptos.
Me agra{n}da escuchar a alguien hablando lento, con el tono preciso, que me haga sentir, que esas palabras salen completas.
A veces odio ser diferente a los demás, pero me sería imposible ser igual a ellos. Podría encontrar miles de razones para ser infeliz, pero hay unas que están mucho más próximas que, para mis caprichos negativos, no me provocan tal sentimiento, sino otros menos importantes como, incomodidad, ideas mal pensadas y resultados malos. Me agra{n}da tener que preocuparme por ellas, y que mis caprichos negativos, que en alguna parte de mi cuerpo están, se queden en silencio, porque después todo, en la noche mientras sueño, todos volamos.
Me encanta no usar la palabra "me encanta", porque se acerca tanto a los "siempre" y los "nunca" que prefiero desarrollar palabras y estados de ánimos temporales que... puede que por casualidad se parezcan a los de hace unas horas atrás, para simular una estabilidad aparente en mi. Yo no me fijo, ni tampoco me fijaría en como tengo que estar, me fijo más en lo que quiero y me puede hacer falta que en lo que me haría bien.
Si estuviera dentro de una esfera, preferiría mirar hacia dentro que hacia afuera, y si termino de conocer todo lo de adentro y si la hago parte de mi, entonces emprenderíamos un viaje juntos. Esto no ocurriría "siempre", estoy seguro que tampoco "nunca" y si ocurre no sé si "me encantaría", pero es algo que imaginé recién.
Las cosas que odio, las olvido con facilidad, para no perder mi capacidad de reacción, no me gustaría tener un almacén de cosas que no me agra{n}da, prefiero seguir reaccionando al instante al igual que el primer momento en que descubrí que algo no me gustaba. Mi memoria trabaja de manera extraña y no pretendo entenderla. Es tan compleja como los reguladores de ducha. Y ahora mismo voy por una, a ver si no me sale fría o muy caliente.
Nunca, pero nunca cuando he estado solo, me he dicho a mi mismo si me siento feliz o no, si he disfrutado algo o no. Sin embargo vivo constantemente simulando ser feliz, porque intento no hacer trascendente lo que necesito sino de fijarme en como estoy. Aunque tampoco sé si ser feliz consiste en hacer-algo-trascendente o fijarse-en-lo que-uno-es. Sé que compartiéndola puedo lograr muchas sonrisas y hasta silencios perfectos. ¿Qué mejor que eso?.
Me agra{n}dan los abrazos, y también las miradas, acompañadas de buenas palabras, aunque voy intercalando eso, primero escucho y luego miro. Con casi-todas las personas hago eso, de forma inconsciente. Sino, terminaría enamorado de todas las personas.
Que loca la {n}, me carga crecer, prefiero fluir.
La 'n', viene después que la 'm', como mi nombre, que es también la letra inicial de la palabra de la palabra 'muerte' y la de mi nombre, por supuesto.
04 enero 2009
Las gaviotas locas
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Emociones (viento fuego)
Hace días, mientras caminaba mirando las luces del escenario, como era habitual antes de la función, pisé mal un escalón y caí. Me levanté y vi que todo el lugar estaba oscuro, como el color de las fotografías tristes en blanco y negro, podía divisar de forma agradable el contorno de casi todo, y divisé, a lo lejos la puerta de entrada del pasillo derecho, el cual a mis espaldas, está a mi izquierda, como la mano con la escribo y con la que no tomo el Mouse de mi computador; pero si con la que dibujo y te escribo los te quiero, de los cuales no hablaré hasta que me siente en la gaviota que te divisó en Valparaíso, el lugar del teatro donde solía mirar las luces.
Caminé por el pasillo que era entre subida y maderas diagonales un tanto extrañas. Mis pies parecían rebotar con el sonido del piso. No sé si salí del lugar, pero entraban sabanas blancas por la puerta, que se desvanecían en la oscuridad.
Salí a una calle oscura, de noche, porque no había sol, sino luna. Al otro día todo era normal.
Bienvenida normalidad!.
Esa normalidad, me llevó a la vida cotidiana que siempre he tenido, la cual olvido con frecuencia y recuerdo con asombro-confusión. Así apareciste un día, así seguiste semanas y llegaste a tocar con tu mirada cada parte de mi piel. Mis hombros comenzaron a cuestionarse como sería cargar con todo el peso emocional que significaría quererte, mientras mis pies solo querían correr hacia ti, como si estuvieras 20 kilometros, siendo que estabas sentada al lado mio, en un trole, hablándome del edificio de Chiletabacos que sería derrumbado por el capitalismo.
Cuando te fuiste, todos hablaron, mis manos interrumpían a mis pies, y entre tantos gritos mis rodillas ni siquiera escuchaba, después de un largo rato terminaron amurradas, porque ellas, tan importantes que se creían, eran las que decían que me iban a ayudar a algo que ahora no recuerdo, porque mis manos repetían una y otra vez que estaban asombrados por ti. Mi memoria, mi conciencia, todas lo que estaba aparentemente arriba de mi cuello, comenzaron a colapsar y a almacenar palabras que, por tanta carga emocional, se hacían desconocidas para ellas.
Fue todo un espectáculo silencioso el cual vivía mientras iba camino a Viña, mi casa.
Tantas veces dibujé, escribí, imaginé y soñé. Y nunca te apareciste. No sé, ni tampoco me cuestiono como hubiese sido si hubieses aparecido antes, no tengo idea. Pero ahora ya no escribo razones para no vivir. Ahora me acompañas a un vino con frutas en el Barposeia y me abrazas al despedirte de mi.
Esta es mi normalidad, mi realidad cotidiana, la cual comienzo a compartir contigo. Fue una de las pocas cosas que puedo recordar desde ese día en que te conocí. Encontré palabras, momentos y ánimos tan agradables, que ni siquiera tienen canciones, ni momentos. Eso me parece genial. Mañana, probablemente veamos peliculas, hablemos de algunas típicas y de las que tenemos que ver, de libros clichés y probablemente vayamos al mismo Cine que ya he visitado antes. No será todo distinto a lo que he vivido en mis últimos 22 años. Pero estoy tan seguro, que te miraré o te pensaré y... no, no me sentiré como en los paisajes cristianos donde todo es verde. Sin embargo mis sentidos comenzaran a quedarse atónitos, porque... hasta ayer ya han dicho todo. Te quiero.
Caminé por el pasillo que era entre subida y maderas diagonales un tanto extrañas. Mis pies parecían rebotar con el sonido del piso. No sé si salí del lugar, pero entraban sabanas blancas por la puerta, que se desvanecían en la oscuridad.
Salí a una calle oscura, de noche, porque no había sol, sino luna. Al otro día todo era normal.
Bienvenida normalidad!.
Esa normalidad, me llevó a la vida cotidiana que siempre he tenido, la cual olvido con frecuencia y recuerdo con asombro-confusión. Así apareciste un día, así seguiste semanas y llegaste a tocar con tu mirada cada parte de mi piel. Mis hombros comenzaron a cuestionarse como sería cargar con todo el peso emocional que significaría quererte, mientras mis pies solo querían correr hacia ti, como si estuvieras 20 kilometros, siendo que estabas sentada al lado mio, en un trole, hablándome del edificio de Chiletabacos que sería derrumbado por el capitalismo.
Cuando te fuiste, todos hablaron, mis manos interrumpían a mis pies, y entre tantos gritos mis rodillas ni siquiera escuchaba, después de un largo rato terminaron amurradas, porque ellas, tan importantes que se creían, eran las que decían que me iban a ayudar a algo que ahora no recuerdo, porque mis manos repetían una y otra vez que estaban asombrados por ti. Mi memoria, mi conciencia, todas lo que estaba aparentemente arriba de mi cuello, comenzaron a colapsar y a almacenar palabras que, por tanta carga emocional, se hacían desconocidas para ellas.
Fue todo un espectáculo silencioso el cual vivía mientras iba camino a Viña, mi casa.
Tantas veces dibujé, escribí, imaginé y soñé. Y nunca te apareciste. No sé, ni tampoco me cuestiono como hubiese sido si hubieses aparecido antes, no tengo idea. Pero ahora ya no escribo razones para no vivir. Ahora me acompañas a un vino con frutas en el Barposeia y me abrazas al despedirte de mi.
Esta es mi normalidad, mi realidad cotidiana, la cual comienzo a compartir contigo. Fue una de las pocas cosas que puedo recordar desde ese día en que te conocí. Encontré palabras, momentos y ánimos tan agradables, que ni siquiera tienen canciones, ni momentos. Eso me parece genial. Mañana, probablemente veamos peliculas, hablemos de algunas típicas y de las que tenemos que ver, de libros clichés y probablemente vayamos al mismo Cine que ya he visitado antes. No será todo distinto a lo que he vivido en mis últimos 22 años. Pero estoy tan seguro, que te miraré o te pensaré y... no, no me sentiré como en los paisajes cristianos donde todo es verde. Sin embargo mis sentidos comenzaran a quedarse atónitos, porque... hasta ayer ya han dicho todo. Te quiero.
01 enero 2009
Si
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Emociones (viento fuego),
Razones para el fin del mundo
Cuando estamos pasando por tardes con amigos, alegres o haciendo algo por placer. No tendemos a decir, o al menos yo no tiendo decir "Que bien lo estoy pasando". Sin embargo, puedo sentir al otro día: "Que bien lo pasé" o "Bueno el día de ayer y lo que pasó" determinando las frases al evento ocurrido.
Claramente el sentimiento de placer-felicidad se hizo tan presente que logró trascender en el tiempo para que, en algún momento del otro día-semana-instante mi memoria le haya dicho a mi piel "Oye que buenos recuerdos tengo de esos momentos".
Tan sutil también que ni siquiera estropeó la esencia del instante que estaba viviendo, evitando que mi memoria, en algún momento de mi sinapsis, hubiese envuelto con capricho-orgullo-frustración el momento vivido en palabras como "Lo estoy pasando tan bien!". No no!, esas frases no solo me caen mal a mi, le caen mal a mi memoria, a mi piel y a mis dibujos. La instancia felicidad entonces se vuelve bastante particular:
1) Trasciende en el tiempo.
2) Se encuentra invisible en los instantes donde las situaciones se desarrollan.
A toda esa "invisibilidad", le llamo ausencia. Me gusta ese tipo de ausencia. Me gusta demostrar incluso con limitadas-no-enumeradas sonrisas. Bueno y todo esto debe tener una explicación aparente, no es que mi mente arme las cosas de una manera obsesiva-compulsiva. La mayoría de mi tiempo se va en admiración-contemplación-sensación para luego pasar a una posible-y-quizás-no-fundamental comprensión-conclusión-aun-más-admiración. Esto de la felicidad como sentimiento ausente es parte de ello, de una comprensión a lo que forma parte de mi alrededor.
A mi no me convence mucho esto de decirle sentimientos ausentes, porque tienen la facultad de poder trascender en el tiempo. Si alguien, dentro de su hígado o páncreas o en algún otro órgano esdrújulo, tiene una palabra guardada que me ayude a definir estas emociones, me avisa, por favor.
Por último, y aunque esté hecha mi petición, dudo mucho que exista esta palabra, porque: En primer lugar, a pesar de que me pase en situaciones claramente definibles. Son diferentes las emociones las que en mi provocan, y... fundamentalmente son esas! las que me llevan a hacer todos mis actos, como una mano invisible.
Cuando camino, en silencio, y ando medio reflexivo, me siento para aprovechar y hacer un poco más explicitas esas emociones-sensaciones. Porque claro, me siento a mirar las nubes, las luces, el cielo, el contorno de las personas y a sentir el sol o el viento dependiendo del calor de los pies. Estos elementos, siempre están ahi, y parecen ser maravillosos gran parte del tiempo. Pero, por ejemplo si vamos caminando con nuestros amigos, no vamos todo el tiempo diciéndoles: Mira esa nube! y esa casa! Oh y esa calle, que bonita!, viste el Sol!, Me encantan esos colores!.
Es claro que no pasamos todo el tiempo que diciendo estas cosas, aunque a veces se nos escapan esas expresiones, claro que si, porque nuestro ombligo no es un contenedor infinito. Al menos, uno de mis momentos máximos de admiración-contemplación-sensación son esos de silencio, donde todo entra sin palabras, sin intensidad y aún, así y todo, parece bello.
Claramente el sentimiento de placer-felicidad se hizo tan presente que logró trascender en el tiempo para que, en algún momento del otro día-semana-instante mi memoria le haya dicho a mi piel "Oye que buenos recuerdos tengo de esos momentos".
Tan sutil también que ni siquiera estropeó la esencia del instante que estaba viviendo, evitando que mi memoria, en algún momento de mi sinapsis, hubiese envuelto con capricho-orgullo-frustración el momento vivido en palabras como "Lo estoy pasando tan bien!". No no!, esas frases no solo me caen mal a mi, le caen mal a mi memoria, a mi piel y a mis dibujos. La instancia felicidad entonces se vuelve bastante particular:
1) Trasciende en el tiempo.
2) Se encuentra invisible en los instantes donde las situaciones se desarrollan.
A toda esa "invisibilidad", le llamo ausencia. Me gusta ese tipo de ausencia. Me gusta demostrar incluso con limitadas-no-enumeradas sonrisas. Bueno y todo esto debe tener una explicación aparente, no es que mi mente arme las cosas de una manera obsesiva-compulsiva. La mayoría de mi tiempo se va en admiración-contemplación-sensación para luego pasar a una posible-y-quizás-no-fundamental comprensión-conclusión-aun-más-admiración. Esto de la felicidad como sentimiento ausente es parte de ello, de una comprensión a lo que forma parte de mi alrededor.
A mi no me convence mucho esto de decirle sentimientos ausentes, porque tienen la facultad de poder trascender en el tiempo. Si alguien, dentro de su hígado o páncreas o en algún otro órgano esdrújulo, tiene una palabra guardada que me ayude a definir estas emociones, me avisa, por favor.
Por último, y aunque esté hecha mi petición, dudo mucho que exista esta palabra, porque: En primer lugar, a pesar de que me pase en situaciones claramente definibles. Son diferentes las emociones las que en mi provocan, y... fundamentalmente son esas! las que me llevan a hacer todos mis actos, como una mano invisible.
Cuando camino, en silencio, y ando medio reflexivo, me siento para aprovechar y hacer un poco más explicitas esas emociones-sensaciones. Porque claro, me siento a mirar las nubes, las luces, el cielo, el contorno de las personas y a sentir el sol o el viento dependiendo del calor de los pies. Estos elementos, siempre están ahi, y parecen ser maravillosos gran parte del tiempo. Pero, por ejemplo si vamos caminando con nuestros amigos, no vamos todo el tiempo diciéndoles: Mira esa nube! y esa casa! Oh y esa calle, que bonita!, viste el Sol!, Me encantan esos colores!.
Es claro que no pasamos todo el tiempo que diciendo estas cosas, aunque a veces se nos escapan esas expresiones, claro que si, porque nuestro ombligo no es un contenedor infinito. Al menos, uno de mis momentos máximos de admiración-contemplación-sensación son esos de silencio, donde todo entra sin palabras, sin intensidad y aún, así y todo, parece bello.
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