24 octubre 2011

2011

Dentro de la conciencia y de la profundidad con la que los hechos nos van afectando, suelo pensar que toda la historia y trascendencia levemente humana nos excusa o define, nos determina y nos limita. La instantaneidad contemporánea nos engaña a creer volver a una conciencia natural, o más bien a simular una completamente nueva con infinitos vectoriales, con ilusiones lógicas y con amores expectantes. La nueva realidad es tan lógica como inservible, tan religiosa como avasalladora.

Nuestros sentidos dispuestos a la luz por las expectativas y juicios nos llevan a escudarnos en el conocimiento como si este nos fuese a volver inmunes frente a lo mismo que estamos buscando en estos momentos, pero a partir de una fractura la cual nos es imposible desligarnos.

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